Pehuajó

 









Pero el viajero que huye

Tarde o temprano detiene su andar

Y aunque el olvido que todo destruye

Haya matado mi vieja ilusión




Fotografías por Manuel Smaniotto
Fragmento de la letra de Volver, de Carlos Gardel
En Pehuajó, provincia de Buenos Aires
Mayo de 2024

Obra n.º 2 del 2024 - G. Smaniotto


Música - Gonzalo Smaniotto
Video - Manuel Smaniotto

Apreciaciones egipcias

Es interesante que hoy podamos percibir gran parte de lo que se encuentra en las pirámides y lo que queda de Egipto como arte, pero ¿no podría ser considerado arte para aquella época también? Una escultura hoy realizada tiene el fin de comunicar a un público que se preste a observarla, mostrando un concepto o idea que el artista creó o quiere facilitar, entonces ¿cuál sería la diferencia con una danza realizada por mujeres para que el alma y cuerpo del muerto pueda llegar al cielo? ¿No es al fin el mismo concepto detrás: llegar a lo que no se puede simplificar o reducir a un mundo terrenal?

El arte egipcio es un tema de mi mayor agrado e interés, porque presenta dudas ante el ojo de uno que lo desconcierta pero aún así es armónico y bello, expresivo y detallista. Gombrich señala cómo los egipcios buscaban la representación de la perfección. Esa perfección era la que ellos determinaban como tal, en parte por el hecho de que nadie les antecedió. No tuvieron un referente artístico a la hora de proponer la figura humana, la interpretaron, y en ello se encontraron bocetando desde cómo conocen más que cómo ven. El rostro tiene sus rasgos mejor acentuados si se lo ve de perfil, el torso, en cambio, puede ser apreciado en su totalidad si se lo ve de frente; al igual que con la cara, las piernas y los pies se distinguen mejor separados uno del otro como si estuvieran caminando, por lo que se los representa de perfil. No importa realmente si las manos son las dos derechas o los pies los dos izquierdos. Aquellos con mayor rango social, como un rey, son gigantes al lado de un esclavo, y tienen la piel más oscura que las mujeres. Los dioses, al estar relacionados a un animal que ellos creían sagrado, son representados como tal o mitad y mitad. Todo en busca de lo mismo: que el alma se identifique dentro de esos frescos y esculturas para que no se escape hacia otro cuerpo.

El poder de la representación. Tiene como objetivo la comunicación de un ser hacia otro. Y digo seres porque pareciera como si hubieran descubierto un canal entre lo tangible y terrenal, a lo cósmico, a lo que perciben, a lo que apuntan en el cielo, a la divinidad. Confían plenamente en ello, le confían el camino de su alma. 

Horror Vacui fue el término que utilizó mi profesora Noelia al definir esta sensación que los egipcios dan al rellenar cada mínimo espacio habitable con información relevante para el cuerpo de quien es huésped de ese lugar. Todo lo que se puede observar dentro de una pirámide está totalmente relacionado al cuerpo embalsamado que se va a colocar allí, para que el alma no se confunda y se quede donde pertenece, en ese cuerpo, con esa vida y esos acompañantes. Pienso en la idea del alma como lo que habita y no como lo que es habitado. La conservación de uno o muchos elementos físicos, como lo pueden ser objetos recopilados, un cuerpo o una sala con pinturas sobre la vida específica de alguien, va a mantener vivo aquello que murió. Va a guiar el alma en la trascendencia a otro plano. Por medio de lo que ese ser obtuvo a lo largo de su vida, por sus logros y acompañantes y esclavos, podemos identificarlo. Cada elemento cuenta, no queda ni un espacio libre de información. Ella no vuelve ni reencarna, se queda allí, en ese cuerpo que habitó. No hay vacío en el que divagar. Todo parece parte de un proceso natural.

Cada detalle importa, cada pájaro dibujado y pintado es fruto de la observación minuciosa de la naturaleza, cada especie que aparece es científicamente comprobable que existió, y con todos los animales pasa lo mismo. Nada está demás ni porque sí. Las situaciones mostradas en un fresco Egipcio podrían ser desde alguna caza de la que se esté orgulloso, hasta una situación de baile y festejo en el cielo con los Dioses. Suponían, o más bien, aseguraban, que las personas de importancia pertenecían al cielo y allí iban. No sé si habría duda, capaz lo anhelaban y por ello lo querían representar. ¿Qué tan lejos estaría de una búsqueda actual en una pintura del siglo XXI?

En los días que corren se pueden observar similitudes entre la búsqueda artística de los egipcios y la de un artista actual. En mi caso, busco pintar lo que yo quiero, no lo que veo, y puede que en eso haya una mentira, pero es lo que hace realmente a la obra, a que no sea simplemente una pintura correctamente lograda. No importa cómo ven los árboles de costado porque los quieren representar desde arriba. Señalar esta libertad a la hora de la creación como lo que realmente hace al cometido de la acción que el arte visual propone.

Faure escribe sobre los artistas egipcios:  “Y la convención que el dogma le impone no se transparenta en su obra, porque lo que sale de su ser se halla animado por la vida misma de su ser, sano y henchido de jugos como un producto del suelo.” Habla de su arte como uno impersonal, en el que el artista se anula a sí mismo pero aún así, es tan íntima su experiencia y tan profunda de sentir y vivir, que se vuelve un retrato de su vida misma, solo que dejando ser protagonista a otra persona. Aquel que se anima al arte, al poder de la creación, es digno de ser considerado un sabio, alguien que se tomó el tiempo de hacer lo que nadie quiere hacer: observar. 

    En lo personal, me parece admirable toda esta época de la historia, no sólo en el arte, sino Egipto como una civilización con un gran éxito, lo que es asombroso porque había un gran número de esclavos y durante un período se sacrificaban personas y animales. Pero aún así funcionó, y no sé de qué forma habrán convencido al esclavo de que lleve los ladrillos día tras día sabiendo que él nunca iba a ser merecedor de absolutamente nada. Nadie parecía oponerse al orden pre-establecido que les presentaron. Confío en que toda la cultura de lo que no quedó anotado en las pirámides existió, y que por debajo de todo el poderío y la enormidad histórica que hoy Egipto representa, hay personas, seres humanos con corazón y mente como uno y todos hoy. Esa perfección que previamente nombré la lograron en todos los sentidos, desde lo artístico hasta el funcionamiento social y político; desde poder comprender el baile del río Nilo y todo lo que era capaz de brindarles, hasta entender a la presencia misma de la naturaleza como una figuración de lo divino viniendo a darles un mensaje. 

Hoy son piezas exhibidas en un museo. Unas pares más del montón. Son consideradas arte porque son muy antiguas y están expuestas en un museo. Le pregunto al lector lo mismo que cuando comencé el escrito: ¿Consideraría la obra de los Egipcios como arte? ¿Una vasija que usaron para algún uso doméstico, tal vez, sería arte? ¿A qué llamamos arte hoy que no se aplique a lo que observamos en una civilización del 3500 a.C?

 






Pinturas:

  1. Busto de Nefertiti, Antiguo Egipto - 1345 a.C - Tutmose

  2. Templo de Dendera, Antiguo Egipto.

  3. Anubis preparando la momia, Nuevo Imperio

  4. Cortesanas, Antiguo Egipto.

Existencia


 

















A gente trabalha o ano inteiro

Por um momento de sonho, pra fazer a fantasia



Fotografías por Manuel Smaniotto
Fragmento de la letra de A Felicidade, de Carlos Antonio Jobim
En la Reserva Puertos (Escobar) y Punta Chica, provincia de Buenos Aires
Abril de 2024

Crítica a la fenomenología budista - I

 Gonzalo Smaniotto

    La fuente de este análisis es mi lectura directa de las escrituras budistas originales.

    La manifestación más detallada y completa de la fenomenología budista se encuentra quizás en el Satipatthana-Sutta, el Discurso de los -Cuatro- Fundamentos de la Atención, en el cual se explica la "flor de la presencia". "Sati" es uno de los ocho eslabones del Noble Camino Óctuple, el cual, a su vez, en el corpus conceptual del budismo, constituye la Cuarta Noble Verdad. Hay varias traducciones para aquel atributo; algunas son atención, presencia, conciencia (de). 

    "Y, bhikkhus, ¿qué es Recta Atención? Aquí, bhikkhus, un bhikkhu mora contemplando el cuerpo, enérgico, comprendiendo claramente y atento, removiendo la codicia y el pesar en el mundo. Mora contemplando la sensación en las sensaciones, enérgico, comprendiendo claramente y atento, removiendo la codicia y el pesar en el mundo. Mora contemplando la conciencia en la conciencia, enérgico, comprendiendo claramente y atento, removiendo la codicia y el pesar en el mundo. Mora contemplando el dhamma en los dhammas, enérgico, comprendiendo claramente y atento, removiendo la codicia y el pesar en el mundo. Esto, bhikkhus, se denomina Recta Atención."

    En aquel sutta se desarrolla qué contiene cada uno de esos cuatro elementos, y nos topamos con otro misterio interesante, en el cuarto de ellos: el dhamma y los dhammas. En singular, Dhamma se traduce como el Camino supremo, la verdad revelada, y en plural, puede interpretarse como "(los) fenómenos". Y justamente en esta parte están las raíces básicas de la Enseñanza: las Cuatro Nobles Verdades, entre otras. 

    Así pues, en dicho escrito se expone lo que puede considerarse la fenomenología budista, explicando, como una flor, creciendo gradual y progresivamente, aquello a lo cual uno debe prestar atención, de lo cual cabe ser consciente. Empezando con la conciencia del cuerpo; postura, respiración, hasta el cementerio. Y siguiendo con lo citado. 

    Ahora bien, como el título anuncia, esto será más una crítica que un estudio de las bases de la doctrina, apoyándonos en tal fuente como punto de análisis, entre otros potenciales. 

    Indico, para comenzar, mi objeción principal: el budismo es una filosofía negativa, empezando por sus cimientos ontológicos y éticos. Veamos, como se dijo, la semilla fundamental de la doctrina: las Cuatro Nobles Verdades, las cuales constituyen nada menos que la base esencial metafísica que da sentido a todo lo posterior. En nuestro sutta, se hace el camino inversamente: se acaba con lo básico y se empieza con lo más, por así decirlo, exterior. Pero la Primera Noble Verdad, es la verdad del sufrimiento, de la insatisfacción intrínseca de todo aquello que recae en el campo fenoménico estudiado y detallado en los escritos -Dukkha. Me remito a otra fuente, más esencial aún: el Anatta-lakkhana Sutta, el segundo discurso que proclamó Buda ante los ascetas tras su iluminación; en el primero, el Dhammacakkappavattana Sutta, de la Puesta en Movimiento de la Rueda de la Doctrina, expuso las Cuatro Nobles Verdades, junto con la característica esencial ontológica de la impermanencia -"[...] surgió en el Venerable Kondañña la pura e inmaculada visión: 'Todo aquello que está sujeto a un surgir está sujeto a un cesar'."-; y, en el próximo, se concentra en las tales características del no-yo -Anatta- y, de nuevo, la impermanencia -Anicca. Así pues, se completa la Primera Noble Verdad, que indica la cualidad intrínseca de la insatisfacción de las cosas, con las otras dos, del no-yo y de la impermanencia: estas son las bases de la fenomenología budista. Todo, luego, se trata de la trascendencia de esos tres, digamos, vacíos negativos. La Segunda Noble verdad es Dukkha Samudaya, del origen de dukkha, siendo ese Tanha, el deseo por la existencia y la no existencia, aferro y rechazo. La Tercera, Dukkha Nirodha, de la cesación de dukkha; el abandono y la liberación de aquel deseo. Y la Cuarta, como ya se dijo, el Noble Camino Óctuple -el camino medio- que conduce a tal cesación, en el cual no me explayaré.

    Bien; contando con las bases doctrinarias, podemos proceder al desarrollo de la crítica.

    Antes, una observación digna sobre la visión ética de la vida humana en el budismo. Una gran parte de los escritos se basan en diálogos entre el Despierto y discípulos, personas aún no despiertas, pero aspirantes a. Así pues, en los desarrollos del discurso de Buda, está más presente la distinción de clases de seres humanos, no entre despiertos y dormidos, sino entre dueños de casa y aquellos que "se han ido" -Pabbajja, irse, 'to go forth', 'those who have gone forth'-, siendo estos últimos los auténticos monjes, bhikkhus, los aprendices de la doctrina. Intento con esto alumbrar el carácter de abandono de una "vida social normal" si cabe, de renuncia y ascetismo del budismo auténtico, aunque en el primer discurso se diga que el camino se encuentra en el justo medio entre el hedonismo y el ascetismo, enfocando estos conceptos desde lo carnal.

    ¿A qué me refiero entonces con que el budismo es una filosofía negativa desde sus cimientos ontológicos y éticos? A que la verdad y el camino que expone no indican lo que es, sino lo que no es ni debe ser. Podría parecer que hay un contenido positivo en el desarrollo del Noble Camino Óctuple, indicando cualidades positivas -Recto Entendimiento, Recta Habla-, mas, si nos remitimos a nuestra fuente básica, vemos que la definición de ellas se da a partir de lo negativo: el primero de los dos dichos se aplica a las Cuatro Nobles Verdades -a entenderlas-, y la segunda, textualmente, constituye "Abstención de mentir, abstención de lenguaje difamatorio, abstención de lenguaje áspero y abstención de lenguaje frívolo" -todas, indicaciones sabias, pero esencialmente negativas (en sentido lógico, no moral).

    

Las vacaciones del Sr. Hulot

 


Dirección: Jacques Tati

Música: Alain Romans

Lugar/Año: Francia, 1953

I

 El presente no pretende ser un acercamiento quasi formal-teórico, cual escrito propio de un aburrido y aburguesado señor que, luego de una intensa jornada de trabajo y fumando de una vieja pipa se acomoda en la mesa de su salón y pretenciosamente, de manera ociosa, escribe su experiencia con la apreciación del cine…

 Lo escrito tiene su origen en una mezcla de admiración, cariño y acercamiento a la obra de Jacques Tati, presente en mi vida desde que uso de razón tengo. Sabrá el lector disculpar las faltas expresivas, propias de un amateurismo en el campo de la escritura referente a films.

 La búsqueda final de este escrito es generar un auténtico deseo de ver y apreciar la obra para todos aquellos que tengan el lujo de poder hacerlo por primera vez, y para los que ya hayan visto el film varias veces y puedan encontrarse (o no) con mis palabras en relación a ello.

 “Soy un hombre que ama verdaderamente el pasado. Los tradicionalistas, en cambio, no le aman: quieren que no sea pasado, sino presente. Amar el pasado es congratularse de que efectivamente haya pasado y de que las cosas, perdiendo esa rudeza con que al hallarse presentes arañan nuestros ojos, nuestros oídos y nuestras manos, ascienden a la vida más pura y esencial que llevan en la reminiscencia” – Ortega y Gasset en El Espectador, 1916.

II

 Hulot lleva a mi cabeza al poético recuerdo de mi infancia, y más precisamente, los veranos en Mar del Plata con mis padres y mi hermano.

 El estío presente en el aire húmedo y costero de Punta Mogotes era protagonista en la belleza de lo único e irrepetible del momento, eso que luego añejamos en nuestro inconsciente y recordamos con melancolía cuando crecemos y nos sumergimos en la adultez.

 My Sweet Lord para finalizar el año (siempre mi padre hacía sonar esa canción antes de las 00hs del año nuevo) y todos los recorridos que se hacían en auto con mi familia contaban con una excelencia musical, siempre en mi vida al igual que Tati, algo que con muchísimo amor puedo agradecerle a mis padres: introdujeron en mí, desde muy pequeño, un ojo y oído fundamental en mi concepción del mundo, y voy a debérselos siempre.

 Tal vez la imagen más poética que puedo humildemente intentar representar con palabras es la del camino del faro de Punta Mogotes a Miramar, Around the sun sonando, avanzando por la ruta 11 y pasando por Chapadmalal, Las Brusquitas (balneario muy frecuentado por nosotros) y finalmente llegando a la población, con la hermosura de sus playas, de mar bravo y frío, y el monumental bosque energético, refugio de miles de pinos y caminos del primer nivel de la Naturaleza.

 Aunque la poesía sinestésica me tiente a continuar con el memoir, no empalagaré al lector con el impresionismo del recuerdo personal. Volvamos a Francia en los 50s.

III

 Lo primero que puede verse en el film es el mar llegando a la orilla, música entrecortada, como un antiguo motor puesto en marcha luego de un tiempo de desuso. Con los títulos al comienzo, algo que defiendo fuertemente y admiro del cine de otros tiempos, por enseñarnos obligatoriamente a todos los involucrados en la creación cinematográfica, la música ya fluye: comienza la película.

 Luego del mar, un altoparlante desenfrenado e ininteligible anuncia la llegada del tren a la estación; un plano general nos muestra a la muchedumbre ansiosa por escapar de la rutina e irse de vacaciones, y en su desesperación yendo y viniendo del correspondiente andén.

 El tren, plagado de gente y firme en su ruta, se contrasta con lo rústico, ruidoso y humilde del coche de Hulot, al que muchos autos modernos superan levantando el polvo del camino. La ya conocidísima analogía entre lo Apolíneo y lo Dionisíaco puede repetirse, con Hulot siendo el dios Baco (afrancesado) por excelencia: elegante, caballerosísimo, quebrador del status quo aburrido, común y ordenado de una sociedad adicta al abismo del avance industrial (y tantos vicios más por ahí dispersos), caótico cual infinito mar nocturno, con la justa presencia que a éste se le da a lo largo del film.

 La bondad natural del personaje se deja ver luego del gag supremo del perro acostándose en medio de la calle y tapando el paso, Hulot avisándole con su oxidada bocina y luego saludando al animal con ternura para, muy ruidosamente, continuar el camino hacia la playa. Los ojos de los pueblerinos no se salen del coche, como si poco más tan desestructurado sucediera en ese pueblo últimamente.

 Excelencia en la contextualización del poblado costero, el Hotel de la Plage, sus excesivamente comunes huéspedes, la llegada de Hulot que, al bajar sus cosas del auto y abriendo la puerta del salón para invitar a los vientos a pasar furiosamente, comienza a desacomodar las muy débiles paredes de la estructura social presente en todos los personajes que allí se encontraban, casualmente, en una tarde de verano cualquiera.

 El día finaliza con una dispersión total de los camareros, distraídos con solamente la presencia de Hulot en el salón de comidas, los señores “de siempre” retirándose y el faro alumbrando la costa de noche; de día, la joven elegantemente hace sonar la pieza de Alain Romans y nos ofrece la frescura del aire matutino costero.

 La maestría autoral de Jacques Tati ya se deja ver con esto, muestra de la modernidad presente en el genio, que más de setenta años después continúa siendo única: la grandeza trasciende por completo a la época.

IV

 Pasada ya la media hora, vemos como un típico padre yupi, espiando algún vestuario ajeno, recibe una patada correctiva de Hulot, que sale corriendo y hasta engaña sin verlo al padre haciéndole creer que otro señor inocente lo había pateado. Luego, Hulot, habiendo huído, se decide a pintar un pequeño bote, escena en la cual se puede admirar la armonía compositiva del cuadro, y el noble gag del tarro de pintura cambiando de lado.

 Más tarde, saldrá a remar en ese bote y la multitud en la orilla, al ver como se tuerce el bote y similar, con muchas comillas, a un cocodrilo, sale despavorida hacia el Hotel nuevamente. Parecido, en miniatura, a una vuelta al útero escapando imbécilmente de estúpidos temores que mantienen la infelicidad en el pasar del tiempo.

 Ya en otro día, llega la entrega de periódicos al hotel, con varios interesados en adquirir el papel, incluído Hulot, que lo compra y con la compañía de una amiga inglesa y un niño, lo hace un gorro y se lo coloca a metros del corriente personaje pseudointelectual agobiante de un joven. La perfección narrativa y descriptiva mantiene su primer nivel, enseñándonos y a la vez criticando lo mismo que nosotros podemos ver e interpretar.

 La snobísima armonía de las canchas de tenis se quiebra con el alarido de la bocina, y también en el peloteo, con el nivel de juego de Hulot muy superior al del resto, humillándolos involuntariamente y generándoles disgusto y queja compartida, de la cual la joven se ríe tímidamente.

V

 Con la delicadeza del paso de la noche, las ventanas del hotel alumbradas, denotantes de actividad humana, y ya en otro día, acompañamos a Hulot a la casa de la joven para cabalgar, caotizando completamente el muerto y aburrido hogar.

 El caballo, como salvajizado, golpeando el auto con un adulto dentro y casi guardándolo en su baúl, hace que nuestro Baco huya, se esconda y de la manera más bizarra salve el helado de la playa que lo obsesiona, anticipándose a lo que, personalmente creo, es el climax artístico de la película: el baile de Hulot y la joven en el festejo de algún carnaval, con él subiendo el volumen para que la música de Romans suene y firme su presencia ante todos los ordinarios adultos del salón, que observan, de lejos, como el señor de siempre que, siguiendo a su esposa en la caminata digestiva nocturna, vuelve en su paso para ver el baile un segundo más.

 El mar rompiendo en una roca de la orilla nos marca el final de otro día, en su intrascendencia, igual que el resto.

 Con varios momentos más hasta el final del film, y sin querer caer en el asfixie de información acerca del mismo, en un presente en el que tanto se demanda la cronología (por falta de habilidad para comprender lo más estético, probablemente) y la trama cuando se habla de películas, quiero cerrar este escrito con el claro sentimiento de melancolía que deja el final, anticipado por el punto máximo de descontrol en la historia del poblado costero, seguramente:

 La vuelta, el final de las vacaciones.

 El pasar del tiempo, de los veranos, los años, la vida.

 Chega de Saudade.

 Por Manuel Smaniotto, 01/04/2024

Aforística

 Gonzalo Smaniotto


Todos los días confío mi vida a la música de los maestros.

La vida nos entrega varios contratos, y nos deja entrever los posibles. El filósofo firmó ante los ojos del sabio y estrechó su mano; cuánto más el santo. Y yo propongo entonces el retorno del compromiso artístico.

Algún día desperté, examiné finalmente la serenidad del cielo, y vislumbré más allá del silencio.

El poeta camina, mas ¿cuál camino le hizo poeta?

El arte es el símbolo de nuestra esperanza y su realización. Sí, un día observamos, y nos preguntamos: -¿cuál es mi obra?

¿Quién ha de decir finalmente si tu vida fue una obra de arte verdadera?

Se habló de la travesía histórica como el abandono y retorno al Padre, mas ¿no es quizás nuestra vida, más bien, la búsqueda de nuestro Hijo?

La intuición no necesita descripción: el concepto basta.

El pensamiento es la resurrección del Yo enterrado en la percepción.

El maná celestial, en artículos periodísticos.

La verdadera percepción estética es el refinamiento del sentimiento mediante el conocimiento de la belleza en la forma. 

La Imaginación es el campo superior del Sentimiento; la Forma, su reflejo inferior.

El Arte es la habilidad de materializar la Imaginación, y ésta, la de conocer y hacer lo bello interiormente.

La rapidez es un gran secreto intelectual, sobre todo aplicada en el pensamiento intuitivo y a la eliminación de obstáculos, logrando, diría un maestro zen, prender y apagar un fuego en secreto, y cosechar antes de la siembra, por la noche.

Voyeurisme post-histórico, ese es el artículo del día.

Hay un camino conceptual, y debe evolucionar naturalmente.

Ayer salimos a la calle, y no encontramos nada que hacer; mas tranquilo me quedé, sabiendo que nosotros somos los Protagonistas.

En un mundo mejor...

Un aforista se pregunta por supuesto qué tan mística o revolucionaria puede llegar a ser su expresión.

El arte es un estudio del potencial del ser al materializar una posibilidad concreta, también desde la perspectiva de la estructura lingüística y de desarrollo.

En mi música, suelo alejarme de lo clásico, porque me gusta ser inesperado.

Perdió su biblia y tuvo que reescribirla de memoria.

Dice que no sabe, que está triste. Probablemente no supo acercarse al fuego.

¡Apresúrate!; si no tenemos más que un soplo de vida...

Parte del sentido de pasar la noche despierto y en ella renacer es justamente continuar despierto y llevar esa nueva conciencia hacia un nuevo día, venciendo el hábito.

Siempre me interesó el concepto de humanidad que tuvieron las cofradías. Aprecio a los humanistas del Renacimiento en gran medida.

Cada uno debe construir su propio camino, nutriéndose del misterio, en secreto si hace falta.

Se busca la fusión de abundancia y elegancia.

When is the storm coming?

Oh, indeed are they pathetic, but walk, will they not.

En la mente, usualmente uno mismo es quien tiene la palabra; nuestra declaración está siendo aguardada. 


Au plein air

     La búsqueda pasa a ser al aire libre, a la luz que el día dispone, al humor del artista y a los recursos que éste reúne. No hace falta más. La cualidad de la pintura au plein air es que está completamente sujeta al cambio, es rápida, es una mancha inicial que va mutando, que sufre cambios en el color. Joaquín Sorolla es un fiel representante de esta forma de agarrar los pinceles y el lienzo. Dijo “Me sería imposible pintar al aire libre despacio aunque quisiera… El movimiento del sol cambia constantemente el color de las cosas… ¡Hay que pintar deprisa!”


En una clase de pintura, mi profesor Ignacio Sosa me enseñó la importancia de la mancha inicial, de lo que marca el camino de la pintura. Encargarse primeramente de darle forma al lienzo, que no deje hueco sin pintar porque “no hay nada más blanco que el blanco de la hoja”, como él me decía. En esta instancia de la creación, es necesario entrecerrar los ojos para ver los valores: el más alto y el más bajo. Con esta acción de por medio el ojo identifica dónde se encuentra lo que más brilla y dónde están las oscuridades, lo que revela todos las tonalidades de la imagen. El impresionista jugaba con los colores complementarios: si el cielo es azul, lo va a pintar de naranja, le va a realizar todos los detalles que en él aprecia y, como toque final, le va a agregar el azul en donde el ojo perciba el pedazo de cielo. De esta forma, todo lo que compone al cielo se resalta más, porque la base es el color complementario del azul. No oscurece con negro y aclara con blanco, lo hace con color. Magnífico. Toda la paleta es creada a partir de lo que el día y el momento ofrecen a la hora de colocar el bastidor en el jardín, por lo que se puede pintar un mismo lugar pero parecer otro en cada pintura.





La pintura es un acto físico. Influye desde la forma en la que agarrás el pincel hasta el mismo movimiento de tu mano al trazar una pincelada. Si esto ocurre en una playa, durante un amanecer, todo tu cuerpo va a acompañar la sensación y el movimiento del agua, de la luz y del viento, porque se está allí presente. 

Hace no mucho, en el festival de Cine de Mar del Plata, en su edición del año 2023, fuimos a ver una película documental llamada “Llaki”, dirigida por Diego Revollo. Al finalizar la película los creadores, que se encontraban en la sala, comentaron parte de lo que fue la grabación y qué los llevó a realizar el largometraje: una experiencia personal dolorosa que los guió hasta una familia sanadora en un pueblo de Bolivia, con quienes compartieron unos tres años de convivencia y filmación, pero movidos siempre por una búsqueda personal enorme, lo que hace al documental único y sincero, hasta revelador. Habíamos visto muchos documentales de ese estilo, pero este en particular me dejó pensando en la importancia de la experiencia inmersiva en una obra de arte. A mi modo de parecer, la hace honesta, y no me refiero a una verdad, sino al sentimiento reflejado tal y como es, como si no hubiera representado un esfuerzo, sino más bien un fluir con él, de lo que resulta la obra en su totalidad.

La pintura realizada en plein air es una experiencia vuelta arte, un momento vivido que queda plasmado en la representación de ese lugar del que el artista se apropia durante un tiempo. Esto no le quita mérito ni grandeza a una obra de estudio o taller, simplemente son formas de encarar una pintura diferentes. Dentro de mis intereses, tanto en el arte como en la vida misma, la obra realizada al aire libre tiene otra vida, tiene una vista panorámica, un sentimiento, un color natural.

La observación detenida sobre algún punto en particular de interés propio va revelando los secretos del mismo, de su crecimiento, su floración, su origen. Al observar una planta, sus raíces, sus capullos y la propia hoja, toda su formación queda en evidencia. Lo mismo sucede con cualquier objeto o ser vivo que uno se dedique a observar, sin límite, sin tener en cuenta nada más que lo que se está contemplando. El acto podría llamarse un estado meditativo, y, si se profundiza, ese objeto puede pasar a ser el canal de conocimiento propio. Cuando un artista pinta a una mujer desnuda que posa durante horas en su taller la llega a conocer, le conoce el gesto, la mirada, cómo ella elige mostrarse, qué elige mostrar. Su cuerpo y su piel pasan a ser cada vez más complejos, se vuelve todo intrínseco al dejarse ver, tanto el pintor como la modelo.

El juego entre el objeto a retratar y el artista es lo que observamos en la obra finalizada, casi de una manera inevitable. Win Wenders señala, en una referencia que realizó sobre una pequeña acuarela de La Montagne Sainte-Victoire de principios del siglo XX de Cézanne, que el artista “deja al descubierto algo incluso más complejo: el reflejo de las condiciones del acto de observar la montaña”. Precisamente Cézanne fue quien le dedicó especial importancia a la observación como medio de acercamiento a la verdad de lo observado, lo que le permitió crear y abocarse a la pintura desde otro lado que hasta el momento no se había concebido. La obra de este excelentísimo pintor es un constante estudio de la forma, del color, de la búsqueda de la representación, como si no hubiera elegido el estilo de su pincelada o de sus paletas, va más allá, pintó sobre lo que estudió y estudió sobre lo que pintó. Trató a la forma y a la línea más allá de lo que cada una estaba queriendo que se identificara. Se preguntó cómo representar una manzana tratando de evitar pensar en que es una manzana, porque es más bien una forma, una continuidad de línea y color que identificamos como manzana.

Hay tanto, tantísimo para observar, para desentrañar. Se le puede sacar la careta a todo lo que se nos muestra con el simple acto de observar. Puede que parezca redundante, pero me gustaría que este (no)detalle de la vida cotidiana no pase desapercibido para el lector. Una muestra sincera siempre hay, y si no se la encuentra, es porque aquello no será honesto. 





Por Micaela Fuscaldo


Pinturas:


1. Pescadora con su hijo, Valencia - 1908 - Joaquín Sorolla y Bastida 

2. Claude Monet painting in his garden in Argenteuil - 1873 - Pierre-Auguste Renoir

3. El jardín del artista en Argenteuil - 1873 - Claude Monet

4. Montaña Sainte-Victoire - 1904 - Paul Cézanne


Poemas tempranos (selección)

Gonzalo Smaniotto


El fin  (12/02/18)


¡Oh recuerdo de mi infantil inocencia!,

¿tendré fuerzas para olvidarte?

¡Oh viejos dioses en que me resguardaba!,

¿acaso cesaron de abandonarme?


¡Ay!, Sol, que cálidamente acoges

al enamorado y al campesino;

¡ay!, viejas, benignas Flores;

vieja primavera, vieja melodía:

¡¿adónde escapó su candor, su dulzor, su rojo color?!


¡Ingenuamente creí que era Vida

un vasto mar y yo un eterno navegante,

mas he aquí que llegan las viejas Parcas de negro,

y malignamente ríen de mi tierna huida!


Acábanseme las energías; vislumbro lejanamente

el Fuego de que siempre escapé:

lo alcanzo y véole crecer.

Su violento fulgor me envuelve;

soy feliz en el eterno sopor de la roja llama.



El viajero  (16/02/18)


Arribo a misteriosas tierras;

los árboles, burlones, parecen vigilarme,

los fantasmas me espían;

misterioso cielo y frío sol.


Se retira Helios y contemplo el melancólico Orden.


Perseguido llego al mar:

liberado de las luchas que debió padecer,

felizmente acógeme;

me pierdo en su infinitud y creo Uno ser con Él.


El cuento concluye;

nuevos horizontes vislúmbranse lejanamente;

arribo a misteriosas tierras.



Angustia  (17/02/18)


Uno con la arena, piel quemada por el blanco Sol,

con enmudecido pesar

observo la eternidad del vasto Mar

desafiarme con inusitado ardor.


Con enmudecido pesar

veo a la sueñera gente combatir

con las burlonas olas del Mar.

¡¿Qué vida es esa en que es el vivir 

olvidar, postergar y fantasear?!


Observo la eternidad del vasto Mar:

recuerdo de un amor ha mucho perdido,

desearía otro suceder y de ignorar ser capaz,

no ver esta Nada y cual río hendido escapar.


Desafiarme con inusitado ardor

busca la tentación con infantil rencor;

finjo no oír sus gritos de pasión

y me sustraigo en mi hipócrita distensión.


Uno con la arena, piel quemada por el blanco Sol,

con enmudecido pesar 

observo la eternidad del vasto Mar

desafiarme con inusitado ardor.



Visión  (21/03/18)


Blanca Luna, ¿eres tú quien a lo lejos

puedo vislumbrar,

quien enclareciendo el muerto éter acércase?


Eternidades espero, mas

sorpréndome al ver,

burlona,

una nube avecinarse.